sábado, 25 de febrero de 2017

¡ME SUCEDIÓ A MÍ!

Hola me llamo Elisa,

mi historia vocacional no tendría mucho sentido sin el encuentro transformante que tuve con Cristo cuando tenía yo veinticinco  años. Yo asistí a Cursillos de Cristiandad en un momento de mi vida cuando me sentía sola, infeliz e insatisfecha conmigo misma y con mi vida. Allí tuve una experiencia de Jesucristo vivo como persona real  que me conoce totalmente y me ama incondicionalmente. Comprendí que él era la respuesta a mis más profundos anhelos y deseos. Únicamente en él podía yo cumplir con el propósito para el cual Dios, en su amor, me trajo a la existencia. Luego de esta experiencia me propuse, con la ayuda de la gracia de Dios, vivir de acuerdo a su voluntad y me comprometí a llevar una vida de oración personal.
La vocación a la vida religiosa no emergió hasta meses después. Orando frente al Santísimo una tarde, le pedía yo a nuestro Señor que me mostrara qué debía hacer con mi vida, qué camino quería él que yo tomara. Yo estaba terminando la carrera universitaria, pero todavía no sabía el futuro que me esperaba. Mientras oraba vi pasar a una de las hermanas presentes en mi parroquia. Pensé: “¡Este mujer es tan afortunada! Ella no tiene otra ocupación, trabajo o profesión que Dios y su obra. ¿Qué mejor causa por la cual trabajar y vivir?”
En ese momento sentí una atracción muy fuerte de ser religiosa. Era un deseo que no provenía de mí, como si algo hubiese agarrado fuertemente y amorosamente mi corazón y lo impulsara a optar por la vida religiosa y, de esa manera, compartir con otros la Buena Noticia del amor de Dios en Cristo Jesús. Esto me tomó totalmente por sorpresa, ya que yo nunca antes me había sentido atraído a ser religiosa.
Quedé muy impactada y emocionada a la vez. Una parte de mí quería decir que sí inmediatamente. Otra parte pensaba que esto era únicamente ocurrencias mías debido a que hacía poco había vivido una fuerte experiencia espiritual en Cursillo. Además, yo no era la suficientemente santa para eso. Pensé en mis debilidades, las muchas maneras en que soy inadecuada y otras razones por las cuales este deseo súbito no podía estar viniendo de Dios.
Otras experiencias siguieron las cuales confirmaron que Dios verdaderamente me llamaba a la vida religiosa. De negación pasé al otro extremo, es decir, a querer saber inmediatamente a qué comunidad religiosa específicamente Dios me llamaba. ¡Pero había tantas órdenes religiosas! ¿Cómo podría yo encontrar la correcta?  Entonces procedía a agotarme corriendo de un lugar a otro, de una comunidad religiosa a otra tratando de discernir y encontrar el lugar de mi llamada, pero con muy poco éxito.
En el proceso fui conociendo a San Francisco y Santa Clara de Asís. Me enamoré de su espiritualidad y mi vida espiritual empezó a ser formada por ésta. Varios años pasaron, después de terminar mi carrera universitaria, conseguí trabajo como maestra en una escuela católica, empleo que disfruté mucho. Sin embargo, yo sabía que Dios me llamaba a la vida consagrada.
Un día decidí contactar con la hermana encargada de la pastoral vocacional de las Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento y todo empezó a tomar forma en mi vida.
En estos momentos llevo 3 años como religiosa, y no me arrepiento. Todo lo contrario, me siento muy agradecida. No siempre ha sido un camino fácil, pero Jesús ha sido siempre fiel a mí, aun cuando yo no siempre le he sido fiel a él.
Como Clarisa Franciscana Misionera Dios me llama a una vida de íntima unión amorosa con él a través de la oración contemplativa de Santa Clara de Asís y la vita  itinerante de San Francisco de Asís, siguiendo el ejemplo de mi fundadora la Venerable Madre Serafina Farolfi de Jesús. 
Con mi compromiso quiero ser instrumento del poder que el nombre de Jesús tiene para curar heridas y llevar salvación y esperanza a nuestro mundo. Esta convicción y un profundo agradecimiento son lo que me sostiene día a día.
Un abrazo de Paz y Bien!
Sor Elisa

No hay comentarios:

Publicar un comentario