lunes, 19 de enero de 2015

La belleza de la Vida Consagrada


«Ésta es la belleza de la consagración: es la alegría, la alegría…»  La alegría de llevar a todos la consolación de Dios. Son palabras del Papa Francisco durante el encuentro con los seminaristas, los novicios y las novicias. «No hay santidad en la tristeza!» continúa el Santo Padre, no estéis tristes como quienes no tienen esperanza, decía san Pablo (1Ts 4,13).
La alegría no es un adorno superfluo, es exigencia y fundamento de la vida humana. En el afán de cada día, todo hombre y mujer tiende a alcanzar y vivir la alegría con todo su ser.
En el mundo con frecuencia viene a faltar la alegría. No estamos llamados a realizar gestos épicos ni a proclamar palabras altisonantes, sino a testimoniar la alegría que proviene de la certeza de sentirnos amados y de la confianza de ser salvados.
«Al llamaros Dios os dice: “¡Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo!” Jesús a cada uno de nosotros nos dice esto. ¡De ahí nace la alegría! La alegría del momento en el que Jesús me ha mirado. Comprender y sentir esto es el secreto de nuestra alegría. Sentirse amado por Dios, sentir que para Él no somos números, sino personas; y sentir que es Él quien nos llama». 
(Alegraos, carta a los consagrados)

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